Éxito o fracaso, es tu decisión

Éxito y fracaso en la vida profesional

Por Cristian Briones Maira

Ingeniero Comercial y Gerente de Estrategias Corporativas Soho

Probablemente todos hemos tenido días en que hemos sentido que nos podemos llevar el mundo por delante, que no hay problemas lo suficientemente importantes que no podamos sortear con una cuota de inteligencia, perspicacia y experiencia. Y definitivamente también hemos tenido días en que salir a tomar la locomoción colectiva se nos antoja una tarea demasiado compleja para el nivel de tolerancia a la frustración que tenemos.

Si asumimos que estamos hablando de gente normal, sin ningún tipo de enfermedad sicológica, es sorprendente observar como las tonalidades de grises (desde el negro más oscuro, al blanco más radiante) hacen presa de nuestra capacidad de llevar adelante todas las tareas que realizamos y enfrentamos diariamente, y esto está ligado directamente a las probabilidades de éxito o fracaso que esas mismas tareas tienen.

El éxito y el fracaso son parte de la misma vida, y ambos son elementos fundamentales de una persona, por lo que su presencia en nuestras vidas depende de una elección personal y de algunos hábitos que podemos implementar para atraerlos y hacerlos parte de nuestra existencia.

Una persona con actitud exitosa no está enfocada en demostrar quien hizo tal o cual tarea, sino en que el equipo haya logrado los objetivos que perseguía. Un ejecutivo exitoso, la mayoría de las veces iniciará sus frases con un “hemos” y no con “he”, atribuyéndose el éxito de los logros del equipo.

La gente exitosa, entiende que antes que cargos, o niveles profesionales o responsabilidades, las personas son eso, personas, y como tal trata al resto con amabilidad y agradecimiento. No se imaginan la cantidad de ejecutivos que son muy diligentes a la hora de pedir un café, pero incapaces de agradecerle a quien se lo sirva

Los ejecutivos exitosos entienden, probablemente porque les ha pasado muchas veces, que los errores son parte del aprendizaje humano, y por lo tanto cuando les toca enfrentar a quien haya cometido uno, aprovechan la oportunidad para ayudarlo a crecer y no para demostrarle por qué uno es el jefe y el otro no.

Los ejecutivos exitosos saben. Pero no solo de lo que hacen para ganarse la vida, sino que se preocupan de ser integrales en su conocimiento. Muchas veces creemos que para ser bueno es necesario ser una máquina devora libros y asistir a todas las convenciones posibles del tema en que ya somos expertos. Esa mirada ha llevado a olvidarnos que debemos alimentar todas nuestras inquietudes intelectuales, físicas y espirituales por igual.

Una de las lecciones más difíciles en el camino del éxito es vivir el presente, no quedarnos en los logros o fracasos del pasado, o empezar a hacer planes sobre qué haremos con nuestra fama, reconocimiento o ingresos cuando seamos exitosos. Los problemas se enfrentan de a uno a la vez y en el presente. Todo lo que dejemos de hacer ahora, es una oportunidad perdida.

Para ser exitoso es necesario que entendamos que el conocimiento es riqueza y que nadie es capaz de crearlo solo, por ello, compartir lo que sabemos, nuestras ideas, es una actitud fundamental. No trates de guardar lo que sabes pensando en que de esa manera te harás indispensable, más bien entiende lo mucho que no sabes y que otro te puede enseñar.

Les ha tocado alguna vez una reunión en que el tema deriva a lo bien o lo mal que una determinada persona hizo algo. No hablemos de las personas, hablemos de las ideas, de los proyectos, de lo bien o mal que están saliendo esas ideas o de los problemas que tienen esos nuevos desafíos. Cuando personalizamos generamos defensas, bandos, muros que solo nos llevan a ser líderes que no generan cercanía y con quienes difícilmente querrán trabajar.

El éxito pasa necesariamente por salir de lo que nos resulta cómodo, de abrazar los cambios, de entender que son parte de nuestra vida y que si bien, a todos nos causan algún grado de inquietud, eso despierta nuestra biología y hace que el cuerpo esté más lúcido y preparado para buscar soluciones nuevas, a ser eficiente e impide que nos queramos dormir en los laureles.

Finalmente, y aclaro que esto no es una lista exhaustiva, sino solo un grupo de habilidades y prácticas que he notado en líderes, profesores y gente exitosa. El éxito provoca felicidad, y eso se nota y transmite. No me refiero a ausencia de problemas, sino a un estado permanente de saber que estoy haciendo lo que debo, que estoy contribuyendo a la sociedad, a mis sueños y que son un instrumento de mejora para mí y los demás.

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